domingo, 30 de agosto de 2009

Las Crónicas de la Torre

Hace unos dos meses (el 5 de Julio para ser más exactos) escribí en este blog la suguiente entrada: "Esta tarde Alcampo ha abierto sus puertas y la verdad es que no sé para qué ya que los pasillos estaban casi desiertos (a excepción de los cuatro gatos que no tenían nada mejor que hacer que pasarse por allí a comprar pipas!!!). El caso es que uno de esos cuatro gatos, después de estar dando vueltas como los locos por las diferentes secciones ha decidido irse del lugar sin compra, dejando el único artículo que llevaba en las manos en la caja, eso...a darnos más trabajo....para que luego lo tuviesemos que colocar nosostras en su sitio....es que manda huevos!!!! En fin, el caso es que el articulo en cuestión era un libro, un libro titulado la maldición del maestro, y puesto que aquello estaba muerto pues me ha dado por leer unas líneas....y vaya tela....me ha llamado mucho muchísimo la atención y cuando he llegado a casa he querido investigar un poco para ver qué tal el librito....repito: vaya tela.....resulta que me ha encantado pero el libro en cuestión forma parte de una saga así que a juntar se ha dicho....este mes como que ya tengo la tarjeta "bloqueada" pero para el siguiente caen los cuatro y ya os contaré!!!!"


Pues bien....hace poco me compré los 4 libros que forman esta maravillosa saga:


- La llamada de los Lobos


- La Maldición del Maestro


- La llamada de los Muertos


- y Fenris el elfo


Estaría horas y horas hablando sobre estos libros, sobre su trama, sus personajes, la forma tan estupenda en la que estan escritos, los diálogos tan maravillosos que tienen lugar, las frases tan profundas que te enamoran....pero sólo tengo un par de minutos así que sólo decir que si no sabeís qué leer y os apetece un buen libro aqui los teneis....puede que otro dia me enrrolle un poquito más...por hoy sólo os dejo con un enlace en el que aparecen algunas de las mejores frases del libro....merece la pena pararse un momento y echarle un ojillo!!!!






miércoles, 26 de agosto de 2009

Partly Cloudy

Nuevo corto de Pixar que podemos ver tanto aqui como al comienzo de Up, una película fantástica!!!!!


Cloud - Click here for funny video clips

martes, 18 de agosto de 2009

Mañana será otro día

Yo sigo con mis relatos.....aunque esta vez es de cosecha propia!!!!!


Silencio. Oscuridad. Todo estaba en calma. La noche lo había envuelto todo con su fina capa de seda negra. Todos dormían. Todos soñaban. Todos excepto Darla. El teléfono móvil que sostenía parecía enorme dentro de su pequeña mano. Ni un solo toque. Ni una sola llamada. Ni un solo mensaje. Era increíble. Cuarenta y siete personas y cuarenta y siete números de teléfono que había guardados en la memoria de aquel pequeño objeto que parecía enorme dentro de su mano y ni un solo toque, ni una sola llamada, ni un solo mensaje. En verdad de esas cuarenta y siete personas sólo veintiséis eran considerados “amigos” y de esos veintiséis sólo trece sabían que lo estaba pasando mal. El móvil no sonaría en toda la noche pero Darla seguiría sujetándolo con la esperanza de que en algún momento su cuarto se iluminase con la luz de aquel pequeño objeto.

Darla ya se había puesto el pijama y llevaba un buen rato metida en la cama. Sabía que en algún momento le podría dar sueño. Esperaba que en algún momento le pudiese dar sueño. Pero mientras éste llegaba miraba fijamente la pequeña pantalla de aquel pequeño objeto esperando que ésta se iluminase en cualquier momento. Hacía un buen rato que se había puesto el pijama. Le quedaba horrible. Le estaba muy grande cuando se lo compró y ahora que había perdido siete kilos le quedaba enorme. El pantalón se le caía y las mangas eran tan anchas que con cualquier movimiento se le iban hasta el hombro. Darla seguía mirando el móvil. En cierto momento su mirada se detuvo en su muñeca. Ahí estaba. Seguía ahí. De la manga del pijama asomaba una pequeña herida que ya estaba cicatrizando. Ahí estaba. En la muñeca de su brazo izquierdo. Dos días antes Darla había intentado hacer una de las mayores tonterías que una persona desesperada puede hacer. Dos días antes Darla se había hecho con un pequeño pero afilado cutter de color naranja y se había cortado en la muñeca de su brazo izquierdo. Esto sólo lo sabían dos personas de aquellas trece personas que sabían que lo estaba pasando mal. Y ahí estaba, asomando por la manga del pijama aquel corte rojo pero poco profundo que ya estaba cicatrizando. Darla sabía que podía haber llegado hasta el final y que no lo hizo, pero no fue por miedo, sino por sus padres. Sus padres no se merecían aquello. Ya habían pasado mucho y seguían teniendo muchos problemas. Definitivamente sus padres no se merecían aquello. Ningún padre se merece eso.

Darla ya no miraba hacia el teléfono móvil. Su mirada ahora se había fijado en aquel corte que ahora estaba cicatrizando. “Cuando este corte cicatrice mi corazón también cicatrizará”- pensaba. No iba a convertirse en una suicida. Sus padres no se merecían aquello. El dormitorio estaba completamente a oscuras. Mejor así. Por el día era horrible ver cómo estaba de abandonado aquel lugar. La ropa se amontonaba en una silla y se mezclaba la sucia con la recién lavada y el polvo cubría muebles, figuras y libros. ¡Cuántos libros había en aquel dormitorio! A Darla siempre le había encantado leer. No importaba el género. Si tenía palabras lo leía. Si al final le gustaba el libro o si no era otra historia pero le encantaba leer y le encantaban los libros. Sus asignaturas favoritas siempre habían sido el arte, la literatura y la filosofía y alguna que otra historia, sobre todo si eran de civilizaciones ya extinguidas, y ahora que ya no estudiaba las echaba de menos. Había sustituido aquellas asignaturas por códigos. Darla ahora era cajera en un supermercado. Jefas a las que no soportaba, compañeras que la criticaban, normas que no comprendían, clientes que le gritaban…y todo eso por 600e al mes (4´50 la hora). El domingo era el único día de la semana en el que no tenía que hacerle frente a las jefas, ni a las compañeras, ni a las normas, ni a los clientes…

Darla volvió a centrarse en la pequeña pantalla del móvil. Nada. Ni un solo toque. Ni una sola llamada. Ni un solo mensaje. Eso no era lo raro. Lo raro era seguir esperando una llamada, un toque o un mensaje. Pero ella era así. Era un poco rara. En su cuarto hacía ya algún tiempo había colocado unos posters. Siete posters. Tres de ellos eran de caballos y cuatro de películas que le habían gustado. Daredevil, Spiderman, X-Men y El Señor de los Anillos. ¿El Señor de los Anillos? Pero si ni siquiera le había gustado esa película, ¿qué hacía ese poster ahí? Darla era un poco rara…no había otra explicación.

Todo estaba en silencio y su dormitorio aún no se había encendido con la luz de ningún mensaje. Darla se hubiese quedado mirando la pantalla de aquel pequeño objeto toda la noche pero al día siguiente tenía que trabajar y tenía que volver a enfrentarse a las jefas que no soportaba, a las compañeras que la criticaban, a las normas que no comprendían, a los clientes que le gritaban…Darla apagó el teléfono móvil, miró de nuevo aquel pequeño y poco profundo corte que tenía en su muñeca izquierda, lo tocó con el dedo índice de su mano derecha y se lo tapó con la manga del pijama. A su lado, junto a su cama, la mesita de noche con sus tres cajones y en uno de ellos escondido el pequeño pero afilado cutter de color naranja esperaba paciente una segunda oportunidad…lo más seguro es que no la hubiese pero ahí estaba por si acaso.




domingo, 2 de agosto de 2009

El destino....ese pequeño duende burlón!!!!! XDD

He aquí otra gran historia a las que ultimamente recurro sólo para actualizar pero que creo que no os van a quitar mucho tiempo y os van a entretener un buen rato!!!! De hecho, si os gustó la anterior con esta seguro que flipais!!!! Ya me contareis!!!!


"La historia de mis abuelos fue la de un chico de 20 años que se enamoró de una mujer de 47. En aquel momento, en el pueblecito donde vivían, eran el Diablo. Ella aún era soltera. Mi bisabuela había tenido novios pero no se había casado y además tenía opiniones propias, hecho que la convertía en la chica que todas las madres querían alejar de sus hijas. Se llamaba Remedios y era considerada la zorra del pueblo, la puta del lugar con mesa reservada junto a la ventana en el infierno.

Mi abuelo de joven no era un tipo especialmente apuesto, no tenía dinero ni era carismático. Mi abuelo no era nadie de quien recordar grandes citas. Según tengo entendido era un hombre de quien podías haber estado acompañado durante largo rato sin haber advertido su presencia. Mi abuelo no era nada, o menos que nada; de no ser por mi abuela, hubiera caído en el olvido. De no ser por ella yo no existiría. Mi abuelo habría muerto solo y aburrido, probablemente suicidado de saber lo poco que importaba a nadie. El caso es que un día de fiestas en el pueblo, mi abuelo de algún modo engatusó a Remedios y desde ese día no volvieron a separarse.

Vivieron humildes y se dice que felices aun con los veintisiete años de diferencia. Y con todo es verdad que el amor no tiene edad, pero la muerte sí. A Remedios le llegó con 82. La causa, desconocida. Mi abuelo tenía 55 años para entonces y jamás buscó otra mujer. Murió a los noventa y siete, cuarenta y dos años después. Otra vida entera en la que lo único que hizo fue recordar. Viudo durante lo que fue una entrega absoluta al alcohol, pasó de ser nadie a ser el borracho del pueblo, de que no le hicieran caso a que la gente evitara hacerle caso.

Buscas la historia de lo acontecido, del pasado, de los muertos, e intentas deducir por qué aún somos tan retrógrados, qué nos empuja a no evolucionar. Y nunca hay respuestas. La verdad es que la vida de la gente suele ser tan absurda que sólo puedes reírte para dejar tu sonrisa congelada. Si me apuras, te diría que no saber es la única respuesta.

Hace un año mi padre empujó a mi madre durante una discusión. Mi madre dio con la cabeza en el suelo y al día siguiente celebramos su funeral. Mi padre nunca había maltratado a mi madre. Dos días más tarde mi padre bajó a las vías del tren sin que nadie lo impidiera y comenzó a caminar hasta que, dentro de un túnel, se topó con el tren de las ocho de frente. Murió, claro, y supe que el maquinista, afectado de problemas cardiacos, sufrió una crisis, debido al susto de ver esa figura caminando de frente hacia su tren.

Mi madre le sacaba quince años a mi padre. Las mujeres de mi familia siempre han sido mayores que los hombres. Mis bisabuelos, que murieron ahogados durante una riada, pues bien, ella tenía dieciocho años más que él. Parece que cuando el amor no tiene edad sí conlleva un castigo.

Si no quieres descubrir que no existen familias normales, no investigues, no preguntes, no ojees álbumes de fotos acompañado de quien sepa qué se esconde detrás de esas instantáneas. Sigue creyendo que lo que hay que saber ya se ve a simple vista. En poco tiempo descubrí cómo también un tío mío a una edad aún relativamente temprana le dio un infarto durante un coito. Se le paralizó el brazo izquierdo y cayó inerte encima de mi tía. Se cuenta que a los dos días mi tía buscó un buen lugar para ahorcarse. Hay vecinas aún hoy día que cuentan que la vieron pasearse con una cuerda y dando los buenos días a quien se le cruzara. Quién o cómo la encontraron muerta son misterios o cosas que prefiero no saber. Con la palabra SUICIDIO me basta.

Me he pasado semanas investigando sobre el árbol genealógico de mi familia. He descubierto que la felicidad no los envolvió muy a menudo.

En tiempo presente, llevo diez días quedando con una chica por la tarde en una cafetería céntrica de la ciudad. Apuro mi café con la cabeza llena de desgracias y gente muerta. Veo llegar a Raquel, la miro mientras entra en la cafetería y se sienta en la silla que hay justo frente a mí. Cuando ella ve los dos álbumes de fotos que tengo delante, empezamos a hablar sobre mi familia. Todos los muertos. Raquel tiene nueve años más que yo, pero la verdad es que eso ya no me impresiona nada. Sus treinta y dos años no pueden competir con mis antepasados. Comienza a ojear los álbumes y yo comienzo a hablarle por encima sobre esos fiambres congelados, esas fotos en blanco y negro de desconocidos. Lo único que ella sabe de mí es que me gusta, y ahora, mientras imagina cómo debía ser Remedios, o mis abuelos, o a mi tío muerto mientras hacia el amor con la persona que amaba… mientras ella decide hasta qué punto miento o digo la verdad, podría ser un buen momento para contarle lo de mis padres. Esas muertes absurdas… Elegir el momento para contar algo así es cómo decidir cuándo vas a besarla, puede no ser fácil. Pero Raquel, interrumpiendo mi ensayo mental de cómo le voy a contar la historia, dice:
- A mí me han contado cosas de mis abuelos, pero no tan fuertes.

Y me dice que hace como un año se llevó un buen susto, que su padre es maquinista y lleva muchos años metido en la cabina de un tren. Me dice que tenía problemas de corazón. Que aún los tiene. Ya sabes, dice. Y mientras me cuenta cómo su padre estuvo apunto de morir por haber matado al mío, decido que no. Ahora no puedo contar nada. La peor verdad es la que te podría convertir en un acosador o un psicópata. O en un fanático de la venganza. Me dice dónde y cómo pasó, y luego me pregunta que por qué me he quedado blanco, que igual no debería habérmelo contado.

Cuando ella deja de hablar, suelto un par de frases hechas y me quedo en silencio, esperando que se disipe el infarto. Luego, para evitar el pasado y aniquilar cualquier posibilidad de que ella abunde en eso, le digo que hace mucho que me apetece besarla, y que no se preocupe, si a ella no le hace sentir incómoda la diferencia de edad, a mí tampoco."