martes, 18 de agosto de 2009

Mañana será otro día

Yo sigo con mis relatos.....aunque esta vez es de cosecha propia!!!!!


Silencio. Oscuridad. Todo estaba en calma. La noche lo había envuelto todo con su fina capa de seda negra. Todos dormían. Todos soñaban. Todos excepto Darla. El teléfono móvil que sostenía parecía enorme dentro de su pequeña mano. Ni un solo toque. Ni una sola llamada. Ni un solo mensaje. Era increíble. Cuarenta y siete personas y cuarenta y siete números de teléfono que había guardados en la memoria de aquel pequeño objeto que parecía enorme dentro de su mano y ni un solo toque, ni una sola llamada, ni un solo mensaje. En verdad de esas cuarenta y siete personas sólo veintiséis eran considerados “amigos” y de esos veintiséis sólo trece sabían que lo estaba pasando mal. El móvil no sonaría en toda la noche pero Darla seguiría sujetándolo con la esperanza de que en algún momento su cuarto se iluminase con la luz de aquel pequeño objeto.

Darla ya se había puesto el pijama y llevaba un buen rato metida en la cama. Sabía que en algún momento le podría dar sueño. Esperaba que en algún momento le pudiese dar sueño. Pero mientras éste llegaba miraba fijamente la pequeña pantalla de aquel pequeño objeto esperando que ésta se iluminase en cualquier momento. Hacía un buen rato que se había puesto el pijama. Le quedaba horrible. Le estaba muy grande cuando se lo compró y ahora que había perdido siete kilos le quedaba enorme. El pantalón se le caía y las mangas eran tan anchas que con cualquier movimiento se le iban hasta el hombro. Darla seguía mirando el móvil. En cierto momento su mirada se detuvo en su muñeca. Ahí estaba. Seguía ahí. De la manga del pijama asomaba una pequeña herida que ya estaba cicatrizando. Ahí estaba. En la muñeca de su brazo izquierdo. Dos días antes Darla había intentado hacer una de las mayores tonterías que una persona desesperada puede hacer. Dos días antes Darla se había hecho con un pequeño pero afilado cutter de color naranja y se había cortado en la muñeca de su brazo izquierdo. Esto sólo lo sabían dos personas de aquellas trece personas que sabían que lo estaba pasando mal. Y ahí estaba, asomando por la manga del pijama aquel corte rojo pero poco profundo que ya estaba cicatrizando. Darla sabía que podía haber llegado hasta el final y que no lo hizo, pero no fue por miedo, sino por sus padres. Sus padres no se merecían aquello. Ya habían pasado mucho y seguían teniendo muchos problemas. Definitivamente sus padres no se merecían aquello. Ningún padre se merece eso.

Darla ya no miraba hacia el teléfono móvil. Su mirada ahora se había fijado en aquel corte que ahora estaba cicatrizando. “Cuando este corte cicatrice mi corazón también cicatrizará”- pensaba. No iba a convertirse en una suicida. Sus padres no se merecían aquello. El dormitorio estaba completamente a oscuras. Mejor así. Por el día era horrible ver cómo estaba de abandonado aquel lugar. La ropa se amontonaba en una silla y se mezclaba la sucia con la recién lavada y el polvo cubría muebles, figuras y libros. ¡Cuántos libros había en aquel dormitorio! A Darla siempre le había encantado leer. No importaba el género. Si tenía palabras lo leía. Si al final le gustaba el libro o si no era otra historia pero le encantaba leer y le encantaban los libros. Sus asignaturas favoritas siempre habían sido el arte, la literatura y la filosofía y alguna que otra historia, sobre todo si eran de civilizaciones ya extinguidas, y ahora que ya no estudiaba las echaba de menos. Había sustituido aquellas asignaturas por códigos. Darla ahora era cajera en un supermercado. Jefas a las que no soportaba, compañeras que la criticaban, normas que no comprendían, clientes que le gritaban…y todo eso por 600e al mes (4´50 la hora). El domingo era el único día de la semana en el que no tenía que hacerle frente a las jefas, ni a las compañeras, ni a las normas, ni a los clientes…

Darla volvió a centrarse en la pequeña pantalla del móvil. Nada. Ni un solo toque. Ni una sola llamada. Ni un solo mensaje. Eso no era lo raro. Lo raro era seguir esperando una llamada, un toque o un mensaje. Pero ella era así. Era un poco rara. En su cuarto hacía ya algún tiempo había colocado unos posters. Siete posters. Tres de ellos eran de caballos y cuatro de películas que le habían gustado. Daredevil, Spiderman, X-Men y El Señor de los Anillos. ¿El Señor de los Anillos? Pero si ni siquiera le había gustado esa película, ¿qué hacía ese poster ahí? Darla era un poco rara…no había otra explicación.

Todo estaba en silencio y su dormitorio aún no se había encendido con la luz de ningún mensaje. Darla se hubiese quedado mirando la pantalla de aquel pequeño objeto toda la noche pero al día siguiente tenía que trabajar y tenía que volver a enfrentarse a las jefas que no soportaba, a las compañeras que la criticaban, a las normas que no comprendían, a los clientes que le gritaban…Darla apagó el teléfono móvil, miró de nuevo aquel pequeño y poco profundo corte que tenía en su muñeca izquierda, lo tocó con el dedo índice de su mano derecha y se lo tapó con la manga del pijama. A su lado, junto a su cama, la mesita de noche con sus tres cajones y en uno de ellos escondido el pequeño pero afilado cutter de color naranja esperaba paciente una segunda oportunidad…lo más seguro es que no la hubiese pero ahí estaba por si acaso.




3 comentarios:

Joolz dijo...

HOOOLAAA MARIA!!no tengo a penas tiempo,pero quería decirte que si es tuyo este relato.....me encantó!!Tienes que traernos más cositas así....más alegres eso sí!! A ver si tengo tiempoy me leo de pe a pa tu blog... y lo devoro rapidito!!XDD...wapi..perdona qeu te de la vara por aki.....jejejeje..pero ya sabes qeu me encanta,verdad???un besillo,Maria!!ahora vuelvo a trabajar...para variar un poco!!...en fin...es lo que hay!!AAAAHHHHHHHHHHHHH!!!!Creo que estais de feria...pues pásalo en grande!!y no tardes mucho en actualizar!!...da mono tu blog!!XDDDDDDDDDD

Sak dijo...

No me gustó, no me gusta volver a leerlo, y no me gustará. NADA.

.:Angel Of Phoenix:. dijo...

A mi sí me gusto... Espero poder seguir leyendote...