jueves, 12 de marzo de 2009

La casita

Un poquito más. Un poquito más. Casi no queda nada de camino. Ya he pasado por los caminos más abruptuosos. Lo que queda es pan comido. Ya se ve al fondo. Ahí está. Parece una pequeña cabaña. Una casita con paredes de madera rodeada de árboles y pequeños arbustos. Todo es luz, paz y tranquilidad. Por las mañanas dicen que puedes oir cantar a los pájaros y por las noches ulular a los búhos. Es preciosa. Cuanto más cerca estoy de ella menos ganas tengo de volver a casa. Todo esto me parece un sueño pero no estoy dormida. Ya he llegado junto a esta pequeña casita y no estoy dormida. Todo es real.

A mi padre se le hizo un nudo en el estómago cuando le comenté de forma decidida que me iba a pasar unos dias allí. A él nunca le había gustado esa casita debido a su "peligroso aislamiento", como lo llama él. Cada vez que pensaba en ella lo primero que se le venía a la cabeza era el cuerpo sin vida del tio Rogelio. El tio Rogelio era lo que mucha gente llamaba un hermitaño. Nunca había querido cuentas con nadie y esa había sido su fortaleza de la soledad. Con el tiempo se habían hecho muy buenos amigos. Él no necesitaba a nadie y nadie lo necesitaba a él....en verdad nunca sabremos si en sus últimos momentos sí que necesito a alguien. El caso es que pasó gran parte de su vida allí solo y allí solo murió. Ya hace tres años desde que el tio Rogelio apareció degollado. Mi madre aún sigue recordando cada vez que tiene la ocasión lo bueno que era....quizá sea verdad o quizá sólo lo haga por el hecho de que le dejo aquella casita a mi padre y vió en ella algun tipo de inversión. A saber. Hay gente que dice que durante toda su vida no fue más que un hijo de puta en toda regla. El caso es que ahí esta mi madre tapando sus miserias con el mejor maquillaje.

Yo ahora que estoy dentro de esta casita creo que empiezo a ver a mi tio con muy buenos ojos.

Ya está anocheciendo. Y ahora me estoy empezando a preguntar si he hecho bien en venir a este lugar. El silencio es aterrador. Estoy muerta de miedo. La casa cruje por todos lados y hasta las ventanas chirrian como nunca antes me hubiese podido imaginar. Siempre se ha dicho que no hay nada más peligroso que la imaginación y en estos momentos creo que no hay una frase más cierta. Es inútil pensar en algo agradable cuando lo único que te viene a la mente entre estas cuatro paredes es la imagen de un psicópata entrando por una de las ventanas y cortando tu cuerpo a trocitos con el hacha que algún leñador despistado hace ya muchos años dejó olvidada junto a algún roble. Lo reconozco. Me asusta estar tan asustada. Cualquier mueble o bulto que veo en la oscuridad parece algo agazapado esperando a que me despiste para atacar; un duende asesino, un fantasma, un psicópata, mi tio muerto…

Es increíble. Siempre me ha encantado la noche y ahora no se qué hacer para que pase el tiempo y poder ver de nuevo el sol. Me levanto. Aquí no hay tele, ni radio ni nada con lo que poder distraerme aparte de un libro. Se trata de una novela. Es horrible. La primera vez que la tuve entre mis manos creí que se trataba de algo erótico pero en el segundo reglón me di cuenta de que era pura pornografía. Y no lo digo porque sea "muy porno", sino porque va más allá del relato erótico y de esas descripciones eternas y aburridas sobre los pechos de ésta o el culito de aquella. No es eso. Son relatos horribles. Escenas escabrosas. Situaciones muy violentas....
Continuará!!!!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

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